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Di no al Yunque

El Yunque en España

Santiago Mata: El Yunque en España. La sociedad secreta que divide a los católicos. Prólogo de Luis Santamaría del Río. Editorial Amanecer, Madrid, 2015, 336 páginas, 15 euros.

Prólogo de Luis Santamaría del Río, secretario de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

Hace unos años empezamos a recibir en la secretaría para España de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), que atiendo yo, una serie de mensajes de correo electrónico pidiendo información sobre un grupo denominado El Yunque. En uno de los primeros, recibido a mediados del año 2009, se nos preguntaba directamente: “¿Es el Yunque una secta, una sociedad secreta, o simplemente un lobby?”. Una búsqueda sencilla a través de Internet no dejaba las cosas nada claras, porque había bastante material publicado, pero no se sabía muy bien si las conexiones españolas apuntadas en algunos lugares eran ciertas o, por el contrario, informaciones publicadas para intoxicar o hacer daño a instituciones y personas con una ideología y una militancia muy marcadas.

Poco tiempo después el asunto se complicó, ya que los primeros grandes reportajes publicados por la prensa española –en papel y digital– parecían tener una clara intencionalidad anticatólica y mostrar a la Iglesia como una institución a la que se le llenaba la boca presumiendo de servir a los jóvenes tanto con su pastoral ordinaria como con el gran evento de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid... mientras, por otro lado, no los cuidaba realmente al dejar que fueran captados por una sociedad secreta interna que discurría por los vericuetos más conservadores de la feligresía. Las cosas seguían sin quedarme claras, dado lo difícil de discernir la verdad de lo escrito, la fiabilidad de las fuentes, la intencionalidad de lo dicho. Algo que sucede con frecuencia en el mundo de las sectas, del esoterismo y de las sociedades secretas, en el que cada vez me voy moviendo más.

Y llegó el tercer momento de la historia, el definitivo para mí. Comencé a recibir visitas de personas que o bien habían conocido El Yunque por dentro, o bien eran víctimas de su acción, en diversas modalidades (familias tocadas por ese movimiento, activistas que habían sufrido en carne propia su parasitismo asociacionista, etc.). El goteo de reuniones y diálogos con gente que no se conocía entre sí y que procedía de diversas sensibilidades eclesiales me hizo descubrir, muy pronto, que estábamos ante algo serio, muy serio. Testimonios, papeles... que me recordaron mucho al funcionamiento interno, a los métodos de captación y a las estrategias de infiltración de algunas sectas.

Aunque no nos encontramos ante una secta, sino ante algo peor. Así se lo he dicho desde entonces a todo aquel que me ha preguntado por El Yunque, en público o en privado. Con cierta prudencia que no ha evitado que algunas personas se hayan acercado a mí pidiendo información y, tras recibirla, hayan realizado el informe preceptivo a sus superiores jerárquicos dentro de esa sociedad secreta anticristiana. No es algo que suponga, sino que lo sé. Un riesgo del que ya me advirtieron los que me ayudaron a conocer El Yunque, pero que asumí de forma consciente, prefiriéndolo antes que dejar de contar la verdad a alguien mientras aún era posible.

Desde entonces he avisado a obispos e incluso a la Santa Sede, entregando documentación bastante significativa. He afirmado, sin temor a equivocarme, que se trata de uno de los principales problemas de la Iglesia en España. Muchos me han dicho que ya se estaba informando a nivel interno, cosa que es cierta. Pero... ¿basta con que se lo diga cada obispo a sus sacerdotes, con que se advierta a los catequistas y monitores de pastoral juvenil, con que se prevenga a los creyentes que dedican parte de su vida a la benemérita y sufrida lucha por la familia, por la vida y por los demás principios no negociables? Algunos piensan que sí. Yo, sin embargo, creo que no.

Pero como creo más útil alabar al que lo ha hecho bien que criticar al que se ha quedado corto, y porque, como pastor que soy –párroco de pueblos–, consciente de mis limitaciones, mis mezquindades y mis miserias, también comprendo a nuestros obispos, que llevan una carga imposible de soportar si no fuera por la gracia del Espíritu Santo y por la ayuda y paciencia de los que estamos a su lado... solamente quiero agradecer públicamente lo que ha hecho el obispo auxiliar de Getafe, monseñor José Rico Pavés. Y junto a él, al obispo residencial de la diócesis, monseñor Joaquín María López de Andújar. Y al arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez Plaza. Ellos son los que han alzado la voz para avisar, como el buen pastor a su rebaño, del peligro de unos lobos con piel de cordero.

¿Podrían haber dicho o hecho algo más los demás obispos españoles? Seguro que sí. Pero el posicionamiento claro de estos tres pastores es suficiente para saber que El Yunque no sirve, no es bueno, no es legítimo. Porque sus palabras rotundas no son simples posturas personales sobre temas opinables, sino afirmaciones con toda la seriedad del obispo ejerciendo su magisterio, su gobierno y su cercanía a los pobres. Porque pobres son, ciertamente, las víctimas de algo tan diabólico, de algo que instrumentaliza las más nobles causas humanas y cristianas, de algo que nos demuestra en toda su crudeza que la corrupción de lo mejor es lo peor.

Y al agradecer a Santiago Mata, autor de este libro, su trabajo y sus desvelos, lo hago representante de todas esas otras personas –él fue de los últimos con los que me encontré en el camino de progresivo descubrimiento que he relatado– que no se han quedado calladas y, tras su experiencia y conocimiento del tema, se han movido, se han reunido, han llamado a muchas puertas, han escrito a muchos, se han cansado y han llorado, pero han seguido adelante por su amor a la Iglesia y a los hombres. Por su amor a Dios, en definitiva, que del mismo amor de Dios se nutre. No se merecen el olvido y el desprecio que han sufrido, sumados a una dolorosa vivencia personal anterior. Se merecen el apoyo y el consuelo de sus pastores. Y aquí está el mío.

El evangelista Juan, en su magnífico capítulo sexto, nos cuenta que el Señor Jesús, tras alimentar a una multitud de miles de personas con cinco panes de cebada y dos peces, recibió el reconocimiento de la gente como el Profeta que esperaban. Sin embargo, “sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo” (Jn 6, 15). Tiempo después, delante de Pilato, dirá sin rodeos: “soy rey” (Jn 18, 37). ¿Contradicción? Ninguna. Su Reino no es de este mundo. Su reinado no será como nosotros queramos y busquemos, sino como Él quiere. Qué lejos están sus caminos de los nuestros... y qué lejos de la mentira, del secreto, de la ambición, de los juramentos y de la manipulación.

Luis Santamaría del Río

Sacerdote diocesano de Zamora

Miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

ÍNDICE del libro

Prólogo

Tres décadas de silencio

Cristianismo y verdad, secreto y mentira

La persecución mexicana y los cristeros

La fundación del Yunque y el mito de los 12 apóstoles

Del FUA al MURO, la primera condena del Yunque

Cruzados de Cristo Rey, sacerdotes para el Yunque

El Yunque echa raíces en España

1982 y la primera generación de yunqueros españoles

Losada, Arsuaga y el nacimiento de Hazte Oír

Infiltración en el PP, el CEU y la pastoral universitaria

Ruptura en HO, con el Foro de la Familia y los objetores

El Transparente. Pulso entre la Iglesia y el Yunque

El tesoro de la persecución y la cruz de la herejía

Contacte con el autor (santiago.mata@live.com) si quiere informarse sobre presentaciones del libro. Para adquirirlo, puede utilizar este servicio:

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