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"Las grandes cosas comienzan siempre con un granito y los movimientos de masas son siempre efímeros. Dios no cuenta con grandes números; el poder exterior no es el signo de su presencia. Un antiguo proverbio reza: Éxito no es un nombre de Dios. Joseph Ratzinger en el jubileo de los catequistas, Roma, 10 de diciembre de 2000.Yo he hablado abiertamente al mundo y nada he hablado en secreto (Jn 18,20) El Yunque se autorretrata en esta foto de portada de @jaimolomazo en Twitter: coche de lujo, conducido por un cura (simboliza su manipulación de la religión), el jefe Arsuaga fotografía satisfecho a niños pobres cuyos problemas han solucionado dándoles una gorra de HazteOír, y el subordinado graba en vídeo a los auténticos protagonistas, los que van a sacar tajada: ellos mismos. Éxito, Elitismo y Engaño, los tres pilares del anticarisma que sustenta al Yunque Hombres y mujeres, sentados por separado en una cena organizada por un yunquero. Para los que aún piensan que son "gente normal". Foto publicada por Pablo Bueno en Flickr el 11 de octubre de 2013.Santiago Mata, 24 de abril de 2015. Primordialidad, disciplina y reserva son los tres elementos principales del supuesto carisma al que se adhieren mediante juramento los miembros del Yunque. En la práctica, al poner en primer lugar su organización (arrinconando a la conciencia, a la Iglesia y a Dios, de quien las dos anteriores son voz), se delata la búsqueda del éxito a cualquier precio. La disciplina -ese precio sobre la conciencia personal- es prueba de un elitismo totalitario que cree que solo quien manda (en virtud de una elección supuestamente divina, en contradicción con el hecho de no vivir en comunión eclesial) sobre el resto puede conocer la verdad o el bien. La reserva se convierte así en negación de racionalidad y ocultación, sin parar ni en engaños ni en mentiras cuando la verdad se interponga en las decisiones de la organización. Así, lo que pretendía ser un carisma con tres patas, se convierte en un anticarisma con otras tres que comienzan por E: Éxito, Elitismo y Engaño: ÉXITO: Los yunqueros (llamados yunquistas en México) creen haber sido elegidos para triunfar. Aunque originalmente pretendían el triunfo de Cristo o hasta de la Iglesia, la falta de humildad les ha corrompido hasta tal punto que han invertido la Cruz y han colocado sobre ella una V de victoria (obviamente no eligeron con esa pretensión su símbolo, pero resulta bastante plástica la coincidencia). Este convencimiento es compatible con cierto grado de victimismo (de ahí la idea de "ser yunque" que recibe golpes), pero lo decisivo es que no aspiran más que al triunfo temporal: poder, gloria y dinero, y cifran la eficacia en hacer ruido y agitar a la gente, sin argumentos convincentes y ganándose enemigos.
Su
forma de entender el sufrimiento
no como asociación al de Cristo para
redimir el pecado, sino como algo que se
aguanta para vencerlo con meras fuerzas
humanas es patente, por ejemplo, en
este tuit de un yunquero que se siente
perseguido por los obispos que marcan
distancias con Hazte Oír, y bendice la
persecución no porque le una a Cristo o le
ayude a purificarse de sus pecados, sino
porque demostrará que él es fuerte y en
cambio los "cobardes" que no aguanten son
débiles. Soberbia y autosuficiencia
que supera con mucho cualquier tipo de
pelagianismo, y que sabiamente es
opuesta en otro tuit con la humildad del
cristiano que se sabe pecador. El primer
tuit pone de manifiesto que el Yunque
sigue otra religión distinta, con sus
propias bienaventuranzas, opuestas a las
cristianas. No se conoce persona o institución del Yunque que se dedique a ninguna labor asistencial, a pesar de las inmensas cantidades de dinero que mueven. Y a su ineficacia arrastran a otros, pudiendo decirse que todo lo que toca el Yunque -ya sea el Estado mexicano, o en España medios de comunicación o iniciativas sociales (defensa de la vida, del derecho a la educación)-, lo estropea. En el plano doctrinal católico a esta búsqueda del éxito se la puede identificar con la herejía del activismo o americanismo. ELITISMO
totalitario: Convencidos -en
eso no se equivocan- de que la
sociedad humana tiene una estructura
jerárquica y de que ellos son
quienes deben mandar, creen que
unos pocos deben dominar al resto, que
no necesita saber de la existencia del
Yunque. No se cualifican por su
preparación profesional -por eso
nunca logran nada de provecho- sino
por su obediencia, y como en otras
organizaciones surgidas en el contexto
de la persecución religiosa mexicana
(o de la corrupción rampante y la
falta de civismo), aunque en
teoría admiten la supremacía de la
conciencia sobre las órdenes, en la
práctica no hay mecanismo de
rectificación -como es la
corrección fraterna en la Iglesia-:
quien discrepa tiene que irse, los
aduladores suben como la espuma y la
organización se convierte en un
círculo cerrado y secreto. Se dice que
son paramilitares, pero qué culpa
tienen los militares para que los
comparen con una mafia que solo se
sirve a sí misma y no a la sociedad.
De hecho, su principio jerárquico
extremo les convierte en antisociales,
porque niegan en el fondo la igualdad
de todos los seres humanos y la
búsqueda del bien común. Por razones
prácticas, no admiten en sus filas más
que gente a la que hayan podido
someter a este fórceps mental desde
niños, quedando para los que llegan
como adultos la "membresía"
honorífica. ENGAÑO: Puesto que unos pocos se bastan para dominar al resto, a estos que no tienen por qué saber, se les puede engañar, y además pensando que se les hace un bien porque son de la clase que debe someterse. Los niños yunqueros son educados para mentir a sus padres, y todos pueden en todo momento negar la existencia del Yunque y su propia pertenencia. Todo se puede fingir, con tal de lograr el éxito, si pueden (caso de Arsuaga) hacen un máster de manipulación de masas en el Phoenix Institute de Arizona, y como medio de dominación, calcan un lenguaje idéntico al de quienes comparten valores conservadores, o en el caso español católicos, hasta el punto de que puede oírse a un yunquero hablar de la verdad, la dignidad personal, y hasta echar la culpa del mal en el mundo al diablo, sin inmutarse él, plagando el discurso de referencias católicas (ver desde 5'18'' hasta 7'12'') y sin que el oyente pueda percibir la diferencia con un creyente sincero. Y si el engaño es la zanahoria para el ignorante, a quien les descubre le amenazan con el palo, y en concreto frente a los obispos católicos, cuyo beneplácito a veces se han ganado aprovechándose de la disposición de los católicos a colaborar con todos los que compartan (o digan compartir) sus ideales, se parapetan en el medio millón de direcciones de correo electrónico de su base de datos (que airean constantemente desde Hazte Oír como supuestos adheridos a su causa), supuesta crême de la crême que condensaría lo mejor del catolicismo activo (volvemos al éxito), y cuya pérdida no podría reparar la Iglesia... Cuando en realidad la falta de eficacia y el secretismo son a diario un daño mucho mayor. |
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