Escrivá y el régimen: las vicisitudes políticas “me obligaron a no vivir en España”
En este punto, tomaré algunos datos presentados —en la biografía antes citada— por quien había de ser el sucesor de Escrivá al frente del Opus Dei: Álvaro del Portillo. Respecto al “saludo brazo en alto” copiado por los falangistas de fascistas y nazis, y que de algún modo simbolizaba la adhesión al régimen, dice Portillo que “don Josemaría nunca hizo ese saludo, por considerarlo expresión de carácter político. Y en las ceremonias oficiales, o cuando se tocaba el himno nacional, permanecía de pie y en actitud de respeto [Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 647.]” (p. 389).
“Por lo que respecta al régimen franquista, el Fundador guardó una actitud de independencia. Estimaba del régimen la restauración de la paz, después de años de anarquía y persecución religiosa, pero no compartía la actitud de quienes intentaban apropiarse del mérito de tanto sacrificio y heroísmo en la defensa de los derechos de la Iglesia y de la persona, o bien lo atribuían a una sola persona, por muy importante que hubiera sido su papel en la guerra civil” [Cfr. Álvaro del Portillo, Sum., 654.]. (p. 390)
“Para no verse envuelto en las vicisitudes políticas, ni manejados políticamente los apostolados de la Obra, el Fundador fue sumamente prudente en sus relaciones con las autoridades civiles. Así, y todo, hubo gentes que no le permitieron guardar las distancias, por lo que, en cuanto pudo establecerse en Roma, decidió aparecer muy de tarde en tarde por España.”
“Éste ha sido —confiesa— uno de los motivos que me obligaron, desde 1946, a no vivir en España, a la que no he vuelto desde entonces, salvo en muy raras ocasiones y por muy pocos días [Cfr. Ibidem, Sum. 656]. Un ejemplo de ese prudente comportamiento, manteniéndose al margen de las actividades políticas, es el ejercicio de su cargo como miembro del Consejo Nacional de Educación, aun cuando se trataba de un organismo de carácter académico y educativo. Cuando en 1941 se creó el Consejo Nacional de Educación, era Ministro don José Ibáñez Martín, al que el Fundador había conocido y tratado en Burgos tres años antes. El Ministro deseaba contar con don Josemaría, quien, por presiones del Obispo de Madrid, aceptó la propuesta, teniendo en cuenta sobre todo el influjo apostólico que podía ejercer desde su cargo. Su nombramiento como uno de los cinco Consejeros Vocales, en representación de la Enseñanza Privada, aparece en el Boletín Oficial del 3.II.1941. Pero pronto se dio cuenta de que su papel apostólico estaba muy restringido y por ésa, y otras razones, prefirió evitar toda relación personal con el Ministro [cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 384]. El Ministro lo lamentó; y cuando comenzaron a propalarse públicamente las calumnias contra los miembros del Opus Dei y su pretendido asalto a la Universidad para copar las cátedras, pudo dar fe de la injusticia de tales calumnias.”
Resumiendo los datos anteriores, Escrivá no aprovechó las ventajas que ofrecía un “régimen católico”. Aseguró que fue por obediencia a la autoridad religiosa por lo que aceptó un cargo en el que pensaba poder aportar un consejo espiritual, pero al ver que no era así, decidió también cortar esa relación con un ministro de Franco. Y dijo que fue el perjuicio que la implicación en ese régimen político podía causar al Opus Dei lo que le llevó a exiliarse voluntariamente. Si resulta dura la palabra exilio —por ejemplo a las personas que sí hubieran estado dispuestas a colaborar con el régimen—, se puede emplear la misma perífrasis que empleó Escrivá: las vicisitudes políticas le obligaron “a no vivir en España”.
La perífrasis precisa que Escrivá no era un exiliado político: no se fue de España sólo porque sus ideas políticas fueran distintas a las del régimen. Y tampoco porque le pareciera que para un cristiano fuera necesariamente incompatible colaborar. Pero él en concreto diseñaba la forma de ser del Opus Dei, independiente de las circunstancias de un país o de una época determinada. Y opinó que, en España y en ese momento, no iba a poder realizar ese diseño sin que quedara marcado, de alguna forma o al menos en apariencia —para algunos— con características derivadas del sistema político de la España del momento: que tales trazos aparecieran en la biografía de una persona, también de un católico o de una persona del Opus Dei, sería más o menos admisible en función de lo que tales personas decidieran en conciencia. Pero que apareciera en los rasgos definitorios del Opus Dei, le pareció incompatible con una misión universal.
Sea esta explicación mía completa o no, el caso es que Escrivá se fue de España para no mezclar el Opus Dei con el régimen de Franco. ¿Lo hizo por un interés exclusivamente espiritual?