Cuadruplicada en tamaño por la Royal Navy y a pesar de no verse envuelta en crímenes de guerra, la Kriegsmarine fue temida por sus adversarios más allá de lo razonable.
Sucesos como el hundimiento del crucero pesado Blücher en Noruega debían quedar ocultos y por eso todavía hoy no se sabe ni siquiera cuántos marinos murieron allí.
A pesar de las órdenes de no combatir ni en condiciones ventajosas, el comandante del crucero Admiral Graf Spee atacó a tres cruceros británicos en Sudamérica.
Los cañonazos con los que el acorazado Scharnhorst hundió al portaaviones británico Glorious en la Operación Juno fueron los que se dispararon a mayor distancia.