Cómo son y cómo piensan las mujeres
Luis Morales: Cómo son y cómo piensan las mujeres. Personajes. Apariciones.
En 1945 el doctor Luis Morales Noriega publicó en Santander un libro titulado Cómo son y cómo piensan las mujeres, que fue distribuido al precio de 16 pesetas por la editorial madrileña Mayfe. Sus 227 páginas se dividen en 7 capítulos.
En p. 6 cuenta que estudió en Núremberg, y explica "el armazón psicológico" que le regaló allí un frutero levantino.
p. 7: Los hombres se mueven y actúan en la vida, como base fundamental, por el instinto de conservación. El hombre es persona y lo hizo Dios a su imagen y semejanza. Somos personas: cuerpo y alma sustancialmente unidos.
p. 10. Ellas: Son siempre, en concreto, una madre, una hermana, una esposa.
p. 11. La intuición femenina, que es una defensa para no ser analizada y conocida, y que en la mujer es también superior al raciocinio o a la forma de pensar del hombre. Las mujeres no tienen la culpa; son tan solo víctimas de los hombres, que al perseguir brutalmente las sensaciones materiales de todos sus instintos, se agotan en la misma materia.
p. 12. La mujer intenta acoplarse biológicamente a las posibilidades del hombre en crisis.
p. 15. Capítulo I. El ser humano.
p. 21. La persona es un todo indivisible con sus dos caras, física y psíquica. La cara psíquica es movida por el alma a través del cuerpo, con su efecto consecuencia, que llamamos espiritualidad.
p. 29. Capítulo II. Arquitectura femenina
p. 33. La mujer (por sus condiciones hormonales, sistema nervioso vegetativo) recoge con gran precisión las espinas del medio. Estos antígenos hacen que la condición femenina sufra emociones no sospechadas por el hombre, y que a ella misma le cause pavor exteriorizarlas, por un horror que intuye de vivir la crisis de su feminismo.
p. 38. La mujer
El cuarto capítulo, titulado La mujer niña, p. 81, como si fuera profético, escribió:
Las mujeres sienten los problemas futuros, son a manera de barómetros que barruntan la paz o la pérdida de un equilibrio familiar o colectivo; de una raza o de un pueblo. De ellas parten siempre las protestas y denuncia de las necesidades; las mujeres señalan a los hombres el rastro que ellos tienen que seguir con su inteligencia y estructura psíquica, basada en el raciocinio, para la solución de los problemas que ellas acusaron. Las mujeres exigen de las condiciones físicas humanas más resistentes (que son las de los hombres), la aportación material a las posibles soluciones de una civilización. Son las mujeres las que como estaciones receptoras sintonizan, y las que obligan al hombre a ampliar sus percepciones, limpiar las impurezas y a divulgar las soluciones de lo que ellas captaron, en el mundo filosófico, psicológico o social.
89: Y veremos también cómo el hombre se libera de las concepciones actuales, de esas hipótesis que, como la (90) filogenia y ontogenia, no son más que suaves comodines con los que el hombre desea saber un algo de lo que solamente corresponde a Dios.
Enfermedad como castigo a la impiedad 91:
Toda acción que se aleje de la ley natural y de la Ley de Dios, arrastrará al individuo hacia una anormalidad, que se traducirá objetivamente por una enfermedad física o moral, ya que no podemos admitir otra clase de equilibrio que aquel que esté de acuerdo con Dios y la ley natural. 105 de que le daban miedo las mujeres bellas es algo que él afirma tras narrar las atenciones que dedicó a una bella casada, que iba acompañada por una niñita que quizá evitó que lo de su madre con el doctor fuera a más:
¿Flirt, conquista, aventura, reacción anormal… enfermedad pasajera de mujer…? Cobardía de hombre ante una dama invadida por las circunstancias neuro-vegetativas y ambientales. Esto era lo que yo meditaba resumiéndolo retrepado en mi asiento, mientras el tren llegaba a Niza. (…) La espina emocional, digámoslo así, que escindía mi personalidad, cesó al dejar en Niza el padre, la pelirroja y la niña. Y entonces prometí en mi fuero interno: No gustarme las casadas.
Cap. V. La mujer y el amor.
115 La mujer, según Nahlowsky, se deja conducir frecuentemente por sentimientos intelectuales que no son más que percepciones, conclusiones y representaciones imprecisas que influyen en la conducta. La mujer recurre a este modo de ser porque le faltan razones y le sobran opiniones, porque la intuición es en ella una norma para ser femenina.
Cap. VI p. 145 Acotaciones a la mujer
Flirt, Beber, Fumar y Pintarse (modalidades las que llama acotaciones): “La mujer hace estas locuras, que son como comodines al servicio de la vida psíquica con sus afectos, que se adaptan o tratan de adaptarse a todo género de estímulos, para compensar de algún modo (anormal) la crisis de los sexos de la época actual.”
147 Podemos, pues, decir que las mujeres se pintan y beben por ser público, por haber abandonado a una colectividad que les coaliga, bien sea religiosa, política, cultural, o incluso deportiva en su espíritu.
148 Cuando la curiosidad se descubre quedando satisfecha, y no puede alimentar la vida psíquica superficial, el público desaparece, y así se explica ese fenómeno de psicología colectiva, de como el público olvida en unas horas o en días los hechos de un gran hombre o los de un perverso del pueblo. Los seres humanos, agrupados solamente por sentimientos cristianos, pueden formar una colectividad que se vea libre del peligro de ser “público”. La religión no debe tener público, sino seres humanos que la siguen por convicción. En cambio, a los toros, a un concierto, para adquirir un libro, acude el público. Es de esperar que a la iglesia no acuda el público. Un torero tiene su público; la religión no puede tener su público, sino hombres que se reúnen por el amor hacia ciertos principios espirituales, conformes con la razón y a la Fe, pero no con una vida psíquica emocional afectiva superficial. Los hombres, los cristianos, no deben decir que “hay mucho público” en el culto divino, sino que hay muchos fieles.
Las acotaciones que vamos a exponer, son reacciones que guardan los caracteres correspondientes al público femenino que dan pábulo a la curiosidad o a sus derivaciones.
187 cap. VII Caminos de vejez en la mujer
193: La espiritualidad está en crisis, aunque creo próximo su resurgimiento, porque la materia entierra siempre la materia. Roma y los Bárbaros, los Turcos hacia Occidente, ahogaron materia y pasiones disfrazadas de espiritualidad con más materia e instintos, sobreviviendo posteriormente el espíritu, donde brotó el verdadero progreso.
Quizá sea la época que atravesamos, el fin de una civilización que sigue el ritmo de los acontecimientos, de la selección de los más impulsivos y de los más materialistas que el mundo pretende decantarlos para librarse de ellos. Esta convulsión involutiva, servirá de ejemplo a generaciones venideras.
(determinismo 194) Si alguna vez en una familia hay una hija santa y otra ligerilla, debemos analizar los parientes, y encontraremos siempre una fuerte tara, expresión genética de las más diversas presentaciones. En mis observaciones he podido deducir, por ejemplo, caracteres dominantes hereditarios de un gen maníaco-depresivo, donde otro gen esquizofrénico, epiléptico, etc. la compensase funcionalmente, estableciéndose una reacción paranoidea en el momento de una vivencia mística o lasciva, que es el motivo de que una emoción siembre tal o cual actitud, que insidiosamente evoluciona en aumento, sin deterioro de la inteligencia, voluntad y memoria. Es, en estos casos, cuando nada pueden conseguir tampoco las razones y consideraciones que, bien el confesor o la familia les brinda, y es solamente el médico especialista el que debe actuar sin pérdida de tiempo, para evitar una consolidación y desarrollo de un núcleo anormal, motivo de las alteraciones en la conducta.
223 Mi justificación (plasma su afán de unificación de ciencias)
225 Pero, en el transcurso de estas páginas, no soy más que un ensayista que se protege y arma con la Fe de su ortodoxia. Mi pretensión es presentar, siquiera imperfectamente, los problemas, para que los afortunados en el dominio de las leyes de Dios los interpreten y resuelvan. Para que biólogos y médicos documentados, de Dios se acuerden y a la filosofía se asomen; para que los filósofos no olviden que hay un mundo con mujeres, flirteos, automóviles y aeroplanos, sin omitir la biología, sin olvidar a Dios.
Sé que los filósofos encontrarán pueril mi trabajo. Los médicos, incompleto. Los biólogos, exagerado. Los hombres y mujeres saprofitas o parásitos del mundo, necio e incómodo.
Si esto es así, y cada grupo desde su juego atiende el de los demás, mi fin se habrá logrado.