Diferencia entre revisiones de «Ribadeneira»

De martyres
Ir a la navegación Ir a la búsqueda
Sin resumen de edición
Sin resumen de edición
Línea 21: Línea 21:
Como los japoneses tengan buen entendimiento natural, cuadraban mucho los ejercicios que veían hacer a los frailes en los hospitales y las obras de caridad en que se ocupaban los cristianos que servían a los pobres. Y aunque como faltos de fe cristiana y conocimiento de Dios, no conocían la dignidad espiritual de los religiosos, ni daban el valor debido a sus humildes y caritativas obras, no obstante eso, enseñados de la lumbre natural les parecían bien. Porque el rey sabiendo lo que los santos mártires hacían lo alabó, y se confirmó en que era buena gente, y aunque (419) algunas veces daba a entender que no había otra vida, otras veces (remordido de su conciencia por la noticia que tenía de la ley de Dios, de la cual muchas veces había oído hablar a los padres de la Compañía, con quien antes que reinase tuvo estrecha amistad, y por lo que oía que hacían los frailes) mudaba parecer entendiendo que había después de esta vida premio para los buenos y castigo para los malos. Y así sabiendo el rigor y santidad con que vivían los benditos mártires, les envió con Funguen criado suyo a decir le encomendasen a Dios. Por que como el corazón del hombre sea mudable, creíble cosa es, que con buen deseo se encomendaba a los que como gentil ignorante después crucificó. El gobernador del Reino, sabida la obra de los hospitales, dijo que era honra grande del Reino que hubiese en él gente de tanta piedad, y solía decir: Viendo estos padres descalzos siendo acá dentro en el corazón un no sé qué, que me dice que debe de haber salvación y otra vida, pues estos hombres pareciendo honrados, por pura virtud, y no por deseo de cosa temporal (pues no la tienen, ni la quieren) hacen tanta penitencia. Y considerando que siempre que iban a su casa, manifestaban el nombre de Dios a sus criados, les decía: ora padres, que les va en que nos salvemos, o no nos salvemos. Y una vez le respondió el santo comisario que Dios mandaba y el amor del próximo enseñaba, que quisiésemos tanto bien como era la salvación para todos. Oída esta breve respuesta dijo que entendía que había otra vida, y que él buscaría la salvación. Y aunque después no la buscó por temor del Rey, y por sus ocupaciones y culpas. Dios favorecía su casa, pues no solo se bautizaban sus criados, mas dos hijos suyos recibieron el bautismo de los padres de la Compañía y mostraron mucho fervor y deseo de morir por Jesucristo en la ocasión del martirio de los santos Mártires, como en el libro siguiente capítulo octavo se dirá.
Como los japoneses tengan buen entendimiento natural, cuadraban mucho los ejercicios que veían hacer a los frailes en los hospitales y las obras de caridad en que se ocupaban los cristianos que servían a los pobres. Y aunque como faltos de fe cristiana y conocimiento de Dios, no conocían la dignidad espiritual de los religiosos, ni daban el valor debido a sus humildes y caritativas obras, no obstante eso, enseñados de la lumbre natural les parecían bien. Porque el rey sabiendo lo que los santos mártires hacían lo alabó, y se confirmó en que era buena gente, y aunque (419) algunas veces daba a entender que no había otra vida, otras veces (remordido de su conciencia por la noticia que tenía de la ley de Dios, de la cual muchas veces había oído hablar a los padres de la Compañía, con quien antes que reinase tuvo estrecha amistad, y por lo que oía que hacían los frailes) mudaba parecer entendiendo que había después de esta vida premio para los buenos y castigo para los malos. Y así sabiendo el rigor y santidad con que vivían los benditos mártires, les envió con Funguen criado suyo a decir le encomendasen a Dios. Por que como el corazón del hombre sea mudable, creíble cosa es, que con buen deseo se encomendaba a los que como gentil ignorante después crucificó. El gobernador del Reino, sabida la obra de los hospitales, dijo que era honra grande del Reino que hubiese en él gente de tanta piedad, y solía decir: Viendo estos padres descalzos siendo acá dentro en el corazón un no sé qué, que me dice que debe de haber salvación y otra vida, pues estos hombres pareciendo honrados, por pura virtud, y no por deseo de cosa temporal (pues no la tienen, ni la quieren) hacen tanta penitencia. Y considerando que siempre que iban a su casa, manifestaban el nombre de Dios a sus criados, les decía: ora padres, que les va en que nos salvemos, o no nos salvemos. Y una vez le respondió el santo comisario que Dios mandaba y el amor del próximo enseñaba, que quisiésemos tanto bien como era la salvación para todos. Oída esta breve respuesta dijo que entendía que había otra vida, y que él buscaría la salvación. Y aunque después no la buscó por temor del Rey, y por sus ocupaciones y culpas. Dios favorecía su casa, pues no solo se bautizaban sus criados, mas dos hijos suyos recibieron el bautismo de los padres de la Compañía y mostraron mucho fervor y deseo de morir por Jesucristo en la ocasión del martirio de los santos Mártires, como en el libro siguiente capítulo octavo se dirá.


Los demás gentiles, viendo a los frailes arrodillados a los pies de los leprosos, decían que aquellas obras eran de (420) madres regaladas, y vueltos a los pobres les aconsejaban que agradeciesen a los padres el bien que recibían.
Los demás gentiles, viendo a los frailes arrodillados a los pies de los leprosos, decían que aquellas obras eran de (420) madres regaladas, y vueltos a los pobres les aconsejaban que agradeciesen a los padres el bien que recibían. (...) Algunas veces venían algunos señores principales incrédulos de que hubiese hombres que lavasen leprosos y les besasen las llagas, y viéndolo quedaban admirados y conmovidos con aquellas obras de amor y piedad y menosprecio del mundo a seguir la ley que los frailes enseñaban. (...) Sobre todo, lo que que daba a los santos gran motivo de bendecir a Dios era ver que algunos recién bautizados que pocos días antes habían estado haciendo burla de lo que les veían hacer, después de bautizados servían a los pobres, y lavaban a los leprosos como los muy antiguos en la fe.
(421) Otros gentiles venían a los hospitales, y lo que a unos daba motivo de admiración, a ellos engendraba motivo de burlar y sentir, como fino tuvieran entendimiento, para ver la caridad de los frailes. Porque como sea entre ellos pública voz y fama (por no haber oído la ley de Dios) que los cristianos comen hombres, tomando por motivo que comen vaca, decían muchos que los frailes hacían aquellos hospitales para comer los cuerpos de los leprosos, y lo que sobrase enviarlo a sus tierras en cecina.
 
 
(422) Cap. 24 De como crecían en devoción y virtud los cristianos con la doctrina de los frailes. (... 423) Y aunque de todo esto tenía noticia del Rey, no reparaba en que los pobres se bautizasen.
 
(424) Cap. 25 Como los frailes pusieron en su Iglesia el Santísimo Sacramento. Viendo los benditos mártires que el favor del Rey y de los grandes iba adelante, y cuan respetados eran de los infieles, y que la iglesia y casa estaba cercada con cerca alta, y al derredor de ella muchas casas de cristianos, mandaron hacer una muy curiosa custodia, y blanqueando la iglesia y adornando los tres altares con retablos, y limpios adrezos y ornamentos, pusieron en Santísimo Sacramento en el altar mayor con la decencia posible, así por su consuelo espiritual, como por aumentar la fe y devoción de los cristianos. Y aunque esto fue motivo para condenar algunos a los benditísimos mártires y tenerlos por imprudentes por ser los cristianos tiernos en la fe, y no haberse hecho esto antes en Japón, y correr peligro de ladrones, y de que el Rey gentil quisiese hacer alguna irreverencia, sabiendo que estaba allí el Dios de los cristianos. Pero consultado el caso con personas religiosas doctas y prudentes, fue aprobado y alabado el hecho por muchas razones.

Revisión del 18:15 29 mar 2022

Ribadeneira (mártires del Japón)

Historia de las islas del archipielago y reynos de la gran China, Tartaria, Cuchinchina, Malaca, Sian, Camboxa y Iappon, y de los sucedido en ellos a los religiosos descalços ...: compuesta por fray Marcello de Ribadeneyra

Imprenta de Gabriel Graells y Girando Dotil, 1601, 725 páginas.

Suma de los 6 libros:

En el primer libro se trata del descubrimiento y abundancia de las Islas Philippinas, en las cuales está fundada la Provincia de S. Gregorio y como los frailes Franciscos Descalzos della han hecho notable fruto en aquella conversión de los indios.

En el segundo se trata de la noticia que han dado, de cosas muy curiosas...

En el quarto se pone la vida en común que los religiosos descalzos hacían en Japón, antes que fuesen martirizados por predicar la fe, y se dicen cosas muy agradables de aquel reino, de las costumbres y diversas sectas y modos de idolatría de él.

En el quinto, se trata del Martirio de los veinte y seis mártires del Japón, especificando cosas muy dignas de notar, que en él sucedieron, y se pone en el fin un testimonio que el obispo de Japón dio del Martirio.

En el sexto, se historian las vidas en particular de los gloriosísimos veintiséis mártires de Japón, y se manifiesta en ellas como la mano del Señor los iba labrando para el fin glorioso que tuvieron.

p. 418, libro 4, cap. 23. De lo que decían el Rey y los grandes de Japón de la vida y pobreza de los frailes.

Como los japoneses tengan buen entendimiento natural, cuadraban mucho los ejercicios que veían hacer a los frailes en los hospitales y las obras de caridad en que se ocupaban los cristianos que servían a los pobres. Y aunque como faltos de fe cristiana y conocimiento de Dios, no conocían la dignidad espiritual de los religiosos, ni daban el valor debido a sus humildes y caritativas obras, no obstante eso, enseñados de la lumbre natural les parecían bien. Porque el rey sabiendo lo que los santos mártires hacían lo alabó, y se confirmó en que era buena gente, y aunque (419) algunas veces daba a entender que no había otra vida, otras veces (remordido de su conciencia por la noticia que tenía de la ley de Dios, de la cual muchas veces había oído hablar a los padres de la Compañía, con quien antes que reinase tuvo estrecha amistad, y por lo que oía que hacían los frailes) mudaba parecer entendiendo que había después de esta vida premio para los buenos y castigo para los malos. Y así sabiendo el rigor y santidad con que vivían los benditos mártires, les envió con Funguen criado suyo a decir le encomendasen a Dios. Por que como el corazón del hombre sea mudable, creíble cosa es, que con buen deseo se encomendaba a los que como gentil ignorante después crucificó. El gobernador del Reino, sabida la obra de los hospitales, dijo que era honra grande del Reino que hubiese en él gente de tanta piedad, y solía decir: Viendo estos padres descalzos siendo acá dentro en el corazón un no sé qué, que me dice que debe de haber salvación y otra vida, pues estos hombres pareciendo honrados, por pura virtud, y no por deseo de cosa temporal (pues no la tienen, ni la quieren) hacen tanta penitencia. Y considerando que siempre que iban a su casa, manifestaban el nombre de Dios a sus criados, les decía: ora padres, que les va en que nos salvemos, o no nos salvemos. Y una vez le respondió el santo comisario que Dios mandaba y el amor del próximo enseñaba, que quisiésemos tanto bien como era la salvación para todos. Oída esta breve respuesta dijo que entendía que había otra vida, y que él buscaría la salvación. Y aunque después no la buscó por temor del Rey, y por sus ocupaciones y culpas. Dios favorecía su casa, pues no solo se bautizaban sus criados, mas dos hijos suyos recibieron el bautismo de los padres de la Compañía y mostraron mucho fervor y deseo de morir por Jesucristo en la ocasión del martirio de los santos Mártires, como en el libro siguiente capítulo octavo se dirá.

Los demás gentiles, viendo a los frailes arrodillados a los pies de los leprosos, decían que aquellas obras eran de (420) madres regaladas, y vueltos a los pobres les aconsejaban que agradeciesen a los padres el bien que recibían. (...) Algunas veces venían algunos señores principales incrédulos de que hubiese hombres que lavasen leprosos y les besasen las llagas, y viéndolo quedaban admirados y conmovidos con aquellas obras de amor y piedad y menosprecio del mundo a seguir la ley que los frailes enseñaban. (...) Sobre todo, lo que que daba a los santos gran motivo de bendecir a Dios era ver que algunos recién bautizados que pocos días antes habían estado haciendo burla de lo que les veían hacer, después de bautizados servían a los pobres, y lavaban a los leprosos como los muy antiguos en la fe. (421) Otros gentiles venían a los hospitales, y lo que a unos daba motivo de admiración, a ellos engendraba motivo de burlar y sentir, como fino tuvieran entendimiento, para ver la caridad de los frailes. Porque como sea entre ellos pública voz y fama (por no haber oído la ley de Dios) que los cristianos comen hombres, tomando por motivo que comen vaca, decían muchos que los frailes hacían aquellos hospitales para comer los cuerpos de los leprosos, y lo que sobrase enviarlo a sus tierras en cecina.


(422) Cap. 24 De como crecían en devoción y virtud los cristianos con la doctrina de los frailes. (... 423) Y aunque de todo esto tenía noticia del Rey, no reparaba en que los pobres se bautizasen.

(424) Cap. 25 Como los frailes pusieron en su Iglesia el Santísimo Sacramento. Viendo los benditos mártires que el favor del Rey y de los grandes iba adelante, y cuan respetados eran de los infieles, y que la iglesia y casa estaba cercada con cerca alta, y al derredor de ella muchas casas de cristianos, mandaron hacer una muy curiosa custodia, y blanqueando la iglesia y adornando los tres altares con retablos, y limpios adrezos y ornamentos, pusieron en Santísimo Sacramento en el altar mayor con la decencia posible, así por su consuelo espiritual, como por aumentar la fe y devoción de los cristianos. Y aunque esto fue motivo para condenar algunos a los benditísimos mártires y tenerlos por imprudentes por ser los cristianos tiernos en la fe, y no haberse hecho esto antes en Japón, y correr peligro de ladrones, y de que el Rey gentil quisiese hacer alguna irreverencia, sabiendo que estaba allí el Dios de los cristianos. Pero consultado el caso con personas religiosas doctas y prudentes, fue aprobado y alabado el hecho por muchas razones.