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El hijo mayor de Yamashiro-dono, Yûki Saemon-no-jô, llevó a sus amigos del castillo  de Iimori a escuchar a Lorenzo, tras de lo cual se hicieron cristianos 73 samurai prominentes de Miyoshi-dono con 500 soldados. Entre ellos estaban Shirai Hôki, señor de Sanga y uno de los cristianos principales de Gokinai, Miki Handaiyû, padre del mártir Pablo, e Ikeda Tanto, señor de Yao y Wakae.
El hijo mayor de Yamashiro-dono, Yûki Saemon-no-jô, llevó a sus amigos del castillo  de Iimori a escuchar a Lorenzo, tras de lo cual se hicieron cristianos 73 samurai prominentes de Miyoshi-dono con 500 soldados. Entre ellos estaban Shirai Hôki, señor de Sanga y uno de los cristianos principales de Gokinai, Miki Handaiyû, padre del mártir Pablo, e Ikeda Tanto, señor de Yao y Wakae.
Contento de ver a otros [¿o sea que ya era cristiano?] quiso compartir la fe con su familia, y a pesar de ser tiempo de guerra, llevó a Lorenzo a su casa y pronto se bautizó toda su familia y algunos amigos, como Ishibashi-dono, señor de Tochi en Yamato, y Kuroda-dono, señor de Yono en Settsu, ambos bautizados con sus familias y amigos. Su hijo Justo Ukon-dono se convirtió en el más famoso daimyô cristiano y entre los que bajo su influyo se instruyeron con Lorenzo y bautizaron está Agustín Konishi Settsu.
También con Lorenzo se relaciona la conversión de Gracia Hosokawa, por mediación de María, hija de Geki-dono, que servía en la familia Hosokawa. En 1566 se convirtió por la predicación de Lorenzo Gotô Saemon, llamado Luis Gotô, que mantuvo la fe en las islas de ese nombre hasta la era Meiji.
Convirtió a monjes budistas como Xincay, anciano zasu (sacerdote superintendente) de la secta Tendai, así como otros bonzos de esa secta y de las sectas Zen y Hokke, y profesores como Yamada Shôzaemon, de Mino.
En presencia de Oda Nobunaga y muchos daimyôs rebatió los argumentos de Nichijô Shônin, quien gozaba de la confianza de la corte imperial y de la de Nobunaga.
Mientras trabajaba con el padre Organtino Guecchi en Myjako, Settsu y otras partes de Gokinai, convirtió al gobernador de Kyôto, Murai Sadakatsu, y a Kyôgoku Takayoshi, antiguo señor de Ômi. En libros japoneses se le relaciona además de con el padre Urgan (Organtino) con Gerigoriya (Gregorio de Céspedes) y Riisu (Luis Frois).
p. 231 Era tenaz: en los comienzos del trabajo misionero en Kyôto predicaba de la mañana a la noche sin interrupción, hasta que empezó a sangrar, pero aunque no se tenía en pie siguió trabajando. Durante la persecución de Imamura-dono, trabajó 5 días sin dormir hasta lograr lo que se proponía. De nuevo cuando Nichijô Shônin acosó la misión, llegó a enfermar de tanto trabajar, pero siguió haciéndolo, quejándose solo de que su enfermedad no le permitía ayudar más a Frois.
Luis de Almeida, otro lego jesuita, dice que su predicación era "audaz, ágil, hábil y clara". Frois elogia su sabiduría, memoria y otros talentos extraordinarios, el celo y entusiasmo, el rico vocabulario, la elocuencia, claridad y refinamiento que admiraban a todos los que le oían. Los que se sonreían al ver su pobre y extraño aspecto, dejaban de burlarse al verle hablar.

Revisión del 02:07 17 abr 2022

Hermano Lorenzo, primer lego jesuita japonés. Volver a Japón.

Artículo de Ebisawa Arimici en Monumenta Nipponica, Vol. 5, No. 1 (Jan., 1942), pp. 225-233 (9 páginas) https://doi.org/10.2307/2382713 [consultado el 17 de abril de 2022.]

Nacido en Shiraise in Figen (Hitzen) entre 1521-22 o más probablemente 1526, ya que lo bautizó SF Javier en Yamaguchi en primavera de 1551 a la edad de 25 años, fue recibido como catequista (Dôjiku) en la SJ por el padre Torres en 1563 y murió en Nagasaki el 3 de febrero de 1592 con 66 años (o hasta 70). En 1586 Frois lo sitúa en un distrito de Ximo, el territorio de Dom Bartholomeo. Al bautizarse ya era tuerto y veía poco con el otro ojo, Frois dice que tenía una cara muy fea (como otros ciegos se ganaba la vida como biwa-hôshi), que no sabía leer ni escribir (lo que confirma el señor de Sanga, Jorge Yaheiji), pero tenía gran entendimiento y memoria y su progreso en la fe admiraba a los jesuitas. Siempre fue un gran y valeroso predicador.

Al medio año de entrar en Miaco con el padre Gaspar Vilela, escribió a los jesuitas de Bungo, el 2 de junio de 1560. Después de tres viajes se entrevistaron con el Shôgun Yoshiteru el 6 de enero de 1560 por mediación de Eigen-an, y por intercesión de Miyoshi Chôkei se les permitió abrir una misión, estableciéndose permanentemente el 25 de enero en la casa de Yamada-no-goque en Kawa-no-tana. En su carta Lorenzo habla de las muchas contradicciones que tuvieron, pero resume "si tuviera que contaros todo acerca de esto, nunca terminaría". No se conserva el original sino una traslación italiana (Di doi di Gennaio 1561, quizá es un error y debe datarse en junio) de la versión española de 1565 y dos traducciones portuguesas de 1570 y 1598. Vilela dice que sin él la misión habría fracasado. Ya desde su bautismo fue catequista en la escuela de Yamaguchi, en 1559 daba catequesis en Bungo. De camino a Miaco convirtió a una mujer que vivía en Sakai y que escribía poemas breves (waka). También enseñó a neófitos en Sanga, Tochi y Gotô.

En 1563 un anticristiano llamado Yûki Yamashiro invitó a los padres y fue Lorenzo representando a Vilela, discerniendo sus intenciones reales: como resultado se convirtieron Yamashiro-dono y su amigo Kiyohara Geki, famoso noble ilustrado, que terminaron bautizándose con el hijo mayor de Yamashiro y varios samurais de alto rango. Al saberlo, Takayama Hida se hizo instruir por Lorenzo y se bautizó. Estas conversiones causaron gran revuelo en Myjako y Gokinai, especialmente entre los bonzos de Hieizan. El evangelio quedó abierto a los daimyôs y se extendió especialmente en Gokinai.

El hijo mayor de Yamashiro-dono, Yûki Saemon-no-jô, llevó a sus amigos del castillo de Iimori a escuchar a Lorenzo, tras de lo cual se hicieron cristianos 73 samurai prominentes de Miyoshi-dono con 500 soldados. Entre ellos estaban Shirai Hôki, señor de Sanga y uno de los cristianos principales de Gokinai, Miki Handaiyû, padre del mártir Pablo, e Ikeda Tanto, señor de Yao y Wakae.

Contento de ver a otros [¿o sea que ya era cristiano?] quiso compartir la fe con su familia, y a pesar de ser tiempo de guerra, llevó a Lorenzo a su casa y pronto se bautizó toda su familia y algunos amigos, como Ishibashi-dono, señor de Tochi en Yamato, y Kuroda-dono, señor de Yono en Settsu, ambos bautizados con sus familias y amigos. Su hijo Justo Ukon-dono se convirtió en el más famoso daimyô cristiano y entre los que bajo su influyo se instruyeron con Lorenzo y bautizaron está Agustín Konishi Settsu.

También con Lorenzo se relaciona la conversión de Gracia Hosokawa, por mediación de María, hija de Geki-dono, que servía en la familia Hosokawa. En 1566 se convirtió por la predicación de Lorenzo Gotô Saemon, llamado Luis Gotô, que mantuvo la fe en las islas de ese nombre hasta la era Meiji.

Convirtió a monjes budistas como Xincay, anciano zasu (sacerdote superintendente) de la secta Tendai, así como otros bonzos de esa secta y de las sectas Zen y Hokke, y profesores como Yamada Shôzaemon, de Mino.

En presencia de Oda Nobunaga y muchos daimyôs rebatió los argumentos de Nichijô Shônin, quien gozaba de la confianza de la corte imperial y de la de Nobunaga.

Mientras trabajaba con el padre Organtino Guecchi en Myjako, Settsu y otras partes de Gokinai, convirtió al gobernador de Kyôto, Murai Sadakatsu, y a Kyôgoku Takayoshi, antiguo señor de Ômi. En libros japoneses se le relaciona además de con el padre Urgan (Organtino) con Gerigoriya (Gregorio de Céspedes) y Riisu (Luis Frois).

p. 231 Era tenaz: en los comienzos del trabajo misionero en Kyôto predicaba de la mañana a la noche sin interrupción, hasta que empezó a sangrar, pero aunque no se tenía en pie siguió trabajando. Durante la persecución de Imamura-dono, trabajó 5 días sin dormir hasta lograr lo que se proponía. De nuevo cuando Nichijô Shônin acosó la misión, llegó a enfermar de tanto trabajar, pero siguió haciéndolo, quejándose solo de que su enfermedad no le permitía ayudar más a Frois.

Luis de Almeida, otro lego jesuita, dice que su predicación era "audaz, ágil, hábil y clara". Frois elogia su sabiduría, memoria y otros talentos extraordinarios, el celo y entusiasmo, el rico vocabulario, la elocuencia, claridad y refinamiento que admiraban a todos los que le oían. Los que se sonreían al ver su pobre y extraño aspecto, dejaban de burlarse al verle hablar.